lunes, abril 8

Abril 8.

En la penumbra del olvido se escuchaba aún el latido de ese corazón frío, que renace del fastidio y hastió de besos sin sentido y aún cuando las cosas pierden el camino resulta humillante dejarlo seguir vivo sabiendo que todo esta perdido. Pide un deseo a ese cielo que es tan mío. Mátame con el veneno del mismo beso que me orillo a tus brazos, esos mismos que hoy extraño tanto junto con esas miradas camuflajeadas de amistad en espera de algo más real, no pido que nazca de ahí una flor donde no existe ni siquiera buena tierra, ni exijo al aire que sople tan fuerte para traerte nuevamente. Los frutos de esta ocasión no son para mi deleite ni satisfacción, pero es inevitable no quererte aunque estés ausente, pues esta vida te trajo a mi y de la misma forma que llegaste también te alejaste de aquí y cuando creía que eras lo mejor para mi sin nada me quede, volví a perder en ese juego que nunca he de aprender.

Aparte el bolígrafo de la libreta, la mirada se me escapo por la ventana para posarse fijamente sobre la luna... la luna. 
Y así pude permanecer una hora con las ideas sueltas por todos lados y el recuerdo reproduciéndose en mi cabeza. 8 meses han pasado desde aquella primera vez, llevo la cuenta como si se tratara de algún aniversario especial ¿tú lo recordaras?... Evito contestarme esas preguntas, sólo logro afectar mi estado de animo (más de lo que ya lo esta). Últimamente no he tenido tiempo para escribir o más bien no he querido hacerlo, reconozco que me sigue dando miedo el hecho de escribir tanto sobre ti, un hombre que aparece de la misma forma misteriosa en la que desvanece, pero hoy me decidí a hacerlo necesitaba encontrar la manera de describir todo lo que esta pasando por mi mente.
No creo que algún día llegues a leer todo esto, ni siquiera una cuarta parte de todas las hojas que he llenado con tu nombre, tu recuerdo, mis sentimientos y eso que parecía nuestro.
Siempre estamos buscando un momento adecuado para confesar un secreto que lo puede cambiar todo, planeamos por días la manera en que lo diremos, si daremos vueltas al asunto o iremos directo al grano, preparamos las palabras adecuadas y al final nada sale como lo pensamos.

Al menos tengo el recuerdo de que algún día cuando chocaba con tu mirada y descubría el lenguaje secreto de tu sonrisa muda fui feliz, aunque sólo hubiese sido un instante fugaz fue la felicidad mas derrochada que tuve. El momento de felicidad mas dulce y gloriosa que haya sentido cuando tu alma se acercaba a mi alma y no era necesaria tanta patraña, ese momento que puede cambiarlo todo y a la vez no cambia nada.